Día 24 – Renunciando a la venganza

Una de las cosas mas difíciles en la vida es aceptar con paz y paciencia la injusticia que cometen en nuestra contra. Generalmente cuando nos hacen daño o nos causan un mal o una injusticia el primer pensamiento que invade nuestros pensamientos es la venganza, esta sea por una acción en contra de la otra persona; sea que le trataremos con indiferencia, sea que simplemente alberguemos pensamientos de resentimiento en contra de la persona. Pero esto es muy peligroso, porque cuando hacemos esto aunque no nos venguemos físicamente, aun así el pensamiento o sentimiento de venganza nos limita, nos consume, nos afecta. El Chavo del Ocho decía: La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena y aunque ese pensamiento no es bíblico, aun así es muy cierto. El hecho de que tengamos estos pensamientos o sentimientos que dan un deseo de ver a la persona que nos hizo daño en una condición deplorable para que pague lo que nos hizo, solo nos esta consumiendo, intoxicando y envenenando a nosotros mismos.

Por eso es que en los momentos en los cuales nos han causado algún daño, tenemos que darle prioridad a la oración, para que de esa manera podamos llevar todo pensamiento a Cristo y buscar la habilidad de perdonar aunque eso signifique sufrir como Cristo sufrió por nuestros pecados. Cuando en oración sanamos esas áreas en nuestra vida seguimos los pasos y el ejemplo de Jesús.

Lea y medite en esta Escritura:

1 Pedro 2: 21 – 23 ¨21 Pues Dios los llamó a hacer lo bueno, aunque eso signifique que tengan que sufrir, tal como Cristo sufrió por ustedes. Él es su ejemplo, y deben seguir sus pasos. 22 Él nunca pecó y jamás engañó a nadie. 23 No respondía cuando lo insultaban ni amenazaba con vengarse cuando sufría. Dejaba su causa en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia.

Escriba en su cuaderno de oración:

¿Que le dijo Dios?

¿Que le dijo usted a Dios? o ¿Que compromiso hizo con Dios?

Ore con esto en mente:

Piense en este momento en la persona que mas daño le ha ocasionado en su vida, esa persona que le causó el mayor dolor en su vida y mientras ora, pídale a Dios que bendiga a esa persona; dígale a Dios que usted se libera del dolor que esa persona le causó y que usted ya no albergará mas ese dolor dañino que afecta su corazón.

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