La Maldad Oculta Del Amor Propio
Estudio Si es cierto que el amor propio es una de las cosas que más el ser humano desarrolla en su vida, también es cierto que hay una línea muy fina que puede arrastrarnos a rayar en crueldad, maltrato y tantas otras cosas. Cuando esa línea fina se traspasa puede ser tan sutil que muchas veces no nos percatamos del daño que causamos, o en muchas ocasiones hasta lo tomamos como que nos estamos protegiendo.
Dios es amor y al convertirnos debemos experimentar ese amor puro y verdadero que nos mueve a trabajar primeramente en nuestras vidas y le permitimos al Espíritu Santo comenzar a hacer cambios notables en nuestras vidas. Esos cambios que le permiten a las demás personas que nos rodean identificar que hay algo diferente en nosotros, esa chispa nueva en nuestros ojos y tratamos en nuestras fuerzas de hacer lo “correcto”. Hasta que entendemos que no es en nuestras fuerzas, es en las del Padre ya que lo que hagamos nosotros es pasajero, pero lo que Él hace es eterno. Nos dice en Juan 13:34: “Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo los he amado, ustedes deben amarse unos a otros”.
Vemos que Jesús nos da un nuevo mandamiento que a simple vista pensamos como cristianos, ¡ah eso es muy fácil de hacer! Pero, ¿será cierto que es fácil, será cierto que lo podemos hacer tan sencillo? Yo creo que no, pero lo veremos a continuación. Como mencionamos desde un principio, todo es hermoso como cuando nos enamoramos por primera vez: hay suspiros, sueños, deseos, anhelos de hacer cambios para agradar a la otra parte. Y es un tiempo un tanto agradable, pero si no se toma en consideración que hay cambios que esto requiere de nuestra parte, ahí es que las situaciones comienzan. Y muchas veces comenzamos una batalla con el Espíritu Santo porque no queremos ver lo que Él nos muestra. Porque si Él nos está encarando con esas situaciones, no es para hacernos daño, sino porque nos ama y tiene un plan perfecto para nosotros.
El amor propio está definido como un concepto que se refiere al grado de aceptación, respeto y consideración que sentimos para con nosotros mismos. Es muy semejante al de la autoestima, y es esencial para la salud emocional y psicológica de los seres humanos. El amor propio es el reflejo de cómo es la relación y los sentimientos que tenemos por nosotros mismos, hacia nuestro físico, personalidad, carácter, actitudes y comportamientos. Es la capacidad de reconocer y apreciar tanto las fortalezas como las debilidades propias, sin compararse con otros y sin depender de la aprobación externa para sentirse bien consigo mismo. Cuando esto está en un plano saludable de nuestras vidas, entonces está siendo encaminado y dirigido por el Espíritu Santo. Y esto nos encamina a tener una vida saludable, en la que podemos aceptar cuándo Dios nos enfrenta a Su Palabra y nos muestra áreas de nuestras vidas que no queremos enfrentar porque sabemos que hay rasgos, actitudes o decisiones que tenemos que trabajar y cambiar, mejorar y muchas veces hasta eliminarlas. Pero si el Espíritu Santo nos está encarando con esas situaciones, no es para hacernos daño sino porque nos ama y tiene un plan perfecto para nosotros como nos dice en Jeremías 29:11: “Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el SEÑOR —. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza”.
Los planes de nuestro Padre Celestial son para bien y para el crecimiento físico y espiritual; son una preparación para la vida eterna. Pero cuando no hacemos caso de lo que se nos pide corregir, ahí está el problema. Porque damos rienda suelta a la carne y a los deseos pecaminosos.
¿Qué podemos hacer para trabajar con lo que Dios nos pide?
- Leer la Biblia para conocer cómo debe ser nuestro carácter.
- Ayudar a identificar las carencias y necesidad que tenemos de Cristo.
- Buscar la voluntad de Dios y Su corrección.
- Observar situaciones que Dios nos señala.
- Trabajar con los huecos de nuestra personalidad.
- Ser honestos con nosotros mismos para no caer en hipocresía.
Aplicación El amor propio es algo necesario para el desarrollo de cada ser humano, siempre y cuando esté dirigido a la luz de la Biblia para crear el carácter de Cristo en cada uno. Esto para evitar ser herramienta del enemigo haciendo daño a las personas que se nos acercan o nos rodean. Es difícil entender que tenemos que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos cuando este no se maneja igual a mí, no piensa igual a mí y no se dirige igual que yo. Aún siendo cristianos no actuamos igual que lo que nos dice 1 Corintios 8:9: “Pero ustedes deben tener cuidado de que su libertad no haga tropezar a los que tienen una conciencia más débil”.
No es por el hecho de que ellos sean débiles, es por el hecho de que si Cristo murió por ellos, entonces, quién soy yo para ni tan siquiera ser un mal ejemplo. Nuestro trabajo es modelar a Cristo! Claro está no somos perfectos, pero el Señor nos llama a velar para no caer ni ser piedra de tropiezo para nadie. La vida de un cristiano es de constante autoevaluación. Por tal razón, necesitamos estudiar la Palabra a la luz de Aquel que aun estando en la tierra fue perfecto y sin mancha.Y no pensar que es algo difícil. No podemos dejar que el orgullo, la soberbia y el control que queremos tener para todo maneje nuestra voluntad; más aún no podemos dejar que esto controle hasta nuestro tiempo devocional con el Señor porque nos limitará de crecer, nos refrenará de reconocer que no somos lo más importante en nuestra vida diaria ya que aun esto es un ejemplo para otros.
Es necesario entender que la voluntad de Dios para nuestras vidas está contemplada aún en aquellas personas que impactamos directa o indirectamente, nos tiene que hacer entender la importancia de practicar una sujeción diaria de nuestra parte hacia el Señor para no serle de piedra de tropiezo a nadie.
¿Qué necesitas para caminar en el ejemplo del Señor
- Leer la Palabra de Dios.
- Orar en todo momento.
- Pedir a Dios que te permita reconocer cuándo hay que hacer cambios en tu vida, carácter y modo de hacer las cosas.
- Que te dirija en la dirección de restaurar y cambiar tu forma de vivir.
- Acercarnos más al Espíritu Santo para que podamos entender y llevar a cabo todo lo que se nos pide que cambiemos.
- Tener la disposición para reconocer y cambiar aquello que nos aleja del carácter de Cristo.
- Entender que somos ejemplo para todo aquel que nos rodea.
Conclusión
Seguramente Dios te ha llamado a servirle y vives enfocado en tu problema o situación y estás esperando que todo se resuelva para ocuparte de servirle. Hoy Dios nos recuerda que cuando nos ocupamos de sus asuntos mientras esperamos en Él, estamos poniendo nuestra fe en acción.
¿Qué beneficios nos trae el poner nuestra fe en acción?
- Nos permite agradar a Dios.
- Nos da paz y moldea el corazón.
- Nos lleva a confiar en Dios para el cumplimiento de sus promesas.
- Aprendemos a obedecer a Dios.
- Fortalecemos nuestra fe.
- Reflejamos el amor de Dios.
Todos los hombres y mujeres de Dios hemos atravesado momentos en los que tenemos que encarar estas situaciones que nos limitan. Esto no significa que el amor propio sea malo o incorrecto, sino que es efectivo cuando está en las manos de Dios. Podemos entender que cuando nos amamos a nosotros mismos, lo tenemos que hacer en el entendimiento de que el prójimo debe de ser amado por nosotros en la misma medida, y muchas veces aún más. Romanos 12:1-3: “Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta. Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado”. Ámese usted mismo como Dios lo ama, como Él ama a su iglesia pero hágalo de la misma forma con su prójimo.
Escrito por: Tatiana Muñiz
|